NOSFERATU

Año: 1922


A lo largo de la historia del séptimo arte se ha sabido ver un sinnúmero de películas dedicadas a vampiros pero lo que pocos saben es que Nosferatu fue la que dio el puntapié inicial dentro del género.

Este largometraje se inspira en la magistral novela de Bram Stoker, pero el espectador notará marcadas diferencias entre uno y otro relato debido a que Albin Grau (el inversor principal que llevó el proyecto adelante) jamás logró hacerse de los derechos del libro. El dato de color es que a pesar de la maniobra, la viuda del escritor demandó a la productora y consiguió llevarla a la bancarrota. Además, la Justicia ordenó requisar los negativos existentes y prohibir su distribución pero por fortuna para ese entonces algunas copias de la cinta ya habían llegado al extranjero. Y fue por eso que el film se salvó de desaparecer de la faz de la Tierra. Algunos dicen que esta particularidad le dio la prensa que contribuyó para terminar de catapultar su popularidad. Nosotros creemos (al igual que muchos más) que independientemente de semejante atentado el resultado hubiese sido el mismo; como buena obra clásica es innegable su calidad y la marca que dejó en el público. Pero sí hay que reconocer sin esa suerte que posibilitó su conservación jamás hubiese podido convertirse en la pieza indiscutida que es.

Esta obra maestra del cine mudo se ambienta en el año 1838 en la ficticia ciudad alemana de Wisborg. Narra la historia de Hutter, un joven que trabaja en bienes raíces y es enviado a Transilvania para cerrar un importante negocio con un cliente muy particular: el conde Orlok, un personaje sombrío que hiela la sangre de los lugareños por el solo hecho de oír pronunciar su nombre.

Uno de los primeros indicios de algo extraño surge al recibir el protagonista la negativa de su cochero para continuar el viaje hacia el castillo, a pesar de restar todavía un buen tramo para la llegada. Y esa sensación de sospecha se exacerba al máximo al momento en que por fin conoce a su peculiar cliente por su apariencia, sus costumbres y actitudes.

Hutter no tardará en confirmar que se trata de un vampiro y desde ese momento emprenderá una carrera contra el tiempo para intentar salvar a sus coterráneos y sobre todo a su esposa (porque el siniestro personaje se muestra particularmente interesado por ella y resulta ser que la finca que adquiere está emplazada justo enfrente de la casa de la pareja).

El vampiro llega primero a su destino en un barco fantasma, pues en el puerto descubren con pavor que ningún miembro de la tripulación ha quedado vivo. Y se deduce que trae la peste ya que lo único que se encuentra es un diario de un navegante manifestando que entre la carga se hallaron montones de ratas. El terror se apodera de la ciudad, que ve como sus habitantes comienzan a morir producto de lo que se cree en principio que es la enfermedad llegada de tierras lejanas.

Posteriormente, el conde ya instalado en sus nuevos aposentos se cruza a la casa de sus nuevos vecinos e irrumpe en la habitación de Hellen, la esposa de Hutter, quien cae también víctima de su sed de sangre. Tras esto llega el abrupto final: ocupado en su tarea, el vampiro no nota que se hace de día y la luz del sol termina pulverizándolo. Tal vez esto último es lo único que se le pueda objetar a la película, aunque es posible que la cinta haya concluido como concluye dada la desaparición de algunas escenas que sí se perdieron inevitablemente al destruirse la versión completa por el problema legal mencionado al principio de esta reseña (se dice que la duración original era de 2 horas, cuando el largometraje que llegó a nuestros días consta solo de una y media).