La Pequeña Aldea

22.03.2021

Allá por el año 1995 nació El Museo Viajero, una compañía de teatro que a través de sus obras y exposiciones busca acercar la historia argentina a chicos y grandes de una forma lúdica y completamente original (a nuestro humilde juicio, la mejor forma de enseñar y aprender).

Todo comenzó con la presentación de "Un siglo en un ratito" donde, justamente de un pantallazo, los actores evocaban 100 años de historia familiar a través de la visita de casas típicas de cada época hablando sobre las costumbres de sus habitantes y los objetos que se utilizaban.

A lo largo del tiempo, este grupo conformado también por titiriteros, docentes e historiadores supo realizar un sinfín de producciones acerca de próceres como Manuel Belgrano, San Martín y Sarmiento pero también muchas otras que no aludían a personalidades particulares sino que, como hemos visto, invitan al espectador a trasladarse a épocas pasadas para conocer la forma de vida y las costumbres de pueblos originarios y colonos. Dentro de este último grupo mencionado tal vez el mejor ejemplo sea La Pequeña Aldea.

Buscando un día información sobre maquetas locales dimos con ellos y fuimos a presenciar una de las funciones que desarrollaban en el teatro lindante al Museo Saavedra, ubicado en un extremo sur del Parque General Paz, en el barrio porteño de Villa Urquiza.

Desde el minuto 1 nos encontramos con algo muy pocas veces visto en este país: una representación impresionante de 88 metros cuadrados de la ciudad de Buenos Aires de aquella época de la Revolución de Mayo, lograda con un nivel de detalle y calidad dignos de destacar. El Cabildo, el Fuerte, la Recova, el Colegio San Carlos y las iglesias de San Ignacio y San Francisco son solo ejemplos de las réplicas a escala que uno podrá encontrar. Y el evento no se limita a una mera exposición; es acompañada por la narración de los protagonistas sobre las características y orígenes de las edificaciones, el estilo de vida de los habitantes y la lógica alusión a lo que fueron los acontecimientos que culminaron con sentar las bases de lo que sería nuestra futura independencia.

Otro punto interesante es que existe una segunda maqueta, algo menor que la reseñada pero igual de impresionante, que la gente del Museo lleva a las escuelas. Fabian Ucello, uno de los fundadores, resume en pocas líneas pero de forma bien concreta el objetivo perseguido: llevar a los chicos el símbolo de la Revolución: la plaza de Mayo y la historia que hay detrás.


Miguel Nigro por su parte es el artista plástico que montó la "pequeña gran" aldea. Tuvimos la suerte de poder charlar unos minutos con el para que nos compartiera esa historia.

"La maqueta para la obra La Pequeña Aldea nació de una propuesta pedagógica-teatral del Museo Viajero en 1996 aproximadamente. La escenografía sería el eje visual y didáctico para los fines educativos que se perseguían. De todas maneras, la pieza se transformó en una obra autónoma con una dramaturgia propia y una puesta en escena muy original que atrajo a un púbico familiar amplio.

La primera dificultad a la que nos enfrentamos fue la de encontrar documentos fehacientes que nos ayudasen a reconstruir el centro cívico de la ciudad. Lamentablemente el material visual y arquitectónico existente son recreaciones posteriores al período que nos interesaba exhibir. Por lo tanto, el trabajo de relevamiento combinó textos, crónicas, cuadros, apuntes, bocetos y cualquier otro documento útil. Incluso me acerqué a la Dirección Nacional de Museos en donde me facilitaron algunos materiales interesantes, aunque fragmentados.

A partir de esta investigación, que realizamos en equipo, diseñé el espacio respetando la jerarquía visual de las distintas construcciones. Lo que tenía en cuenta siempre era el punto de vista de los espectadores (en su mayoría niños). De tal manera que la escala no es homogénea; varía de acuerdo a la importancia de cada edificio y a la posición que ocupa en la totalidad.

Otro requisito que condicionó el proyecto fue que, en principio, la maqueta debía estar construida para itinerar, o sea que hubo que modular cada sector para transportarla de forma segura (teniendo en cuenta el volumen de los embalajes y la capacidad del medio de transporte). Además, era necesario enmarcarla con un fondo conveniente que la aislase de los posibles espacios en donde se emplazaría. Todo el dispositivo general se tenía que armar en un tiempo prudencial, por lo tanto, el sistema de encastre y soporte también debía ser ágil.

Con todos estos condicionamientos elaboré el trabajo creativo. Fue un proceso no muy largo pero muy atrapante. La reconstrucción de un momento espaciotemporal de nuestra historia, con escases de datos pero con rasgos de veracidad, fue un proceso muy interesante que cruzó historia, vida cotidiana, técnicas constructivas y recursos plásticos. La propuesta de articular teatro y educación, tomando como tema el contexto de la Revolución de Mayo, tan tergiversada por los íconos visuales, me pareció un desafío muy interesante que tuvo resultados muy satisfactorios."


En síntesis: 

Una propuesta diferente que combina investigación, teatro y humor para acercarse a la historia de una manera que a los chicos les encantará.

Más información en: 

https://elmuseoviajero.com.ar/la-pequena-aldea-especial-revolucion-de-mayo/