Concorde: el avión supersónico

18.08.2022

La historia de la aviación supersónica escribe oficialmente su página inicial en 1947, cuando el piloto estadounidense Chuck Yeager rebasa en su Bell X-1 la barrera de los 1200 kilómetros por hora. Pero aun tendrían que pasar 15 años más para que se diese inicio a la fabricación del mítico Concorde, primer aeronave comercial de este estilo. Y sería recién a principios de 1976 (el 21 de enero para ser precisos) cuando esta maravilla de la tecnología realizaría su debut en los cielos, despegando desde Londres y París hacia Bahréin y Río de Janeiro respectivamente. Los puntos de partida no fueron elegidos por azar; la empresa francesa Sud Aviation / Aérospatiale y la inglesa British Aircraft Corporation (BAC) estuvieron detrás de este logro, invirtiendo fortunas para alcanzar el ambicioso objetivo.

A partir de ese entonces comenzó a escribirse otra historia, que agregó capítulos por 27 largos años en los que hubo destaquespero también reveses.

Dentro de lo positivo, sobresale sin dudas el impacto que causó la novedad de que destinos como Nueva York y la capital de Inglaterra se uniesen en prácticamente la mitad del tiempo que le tomaba a un avión convencional (algo esperable pero no por ello menos impactante). Y entre los sinsabores, cabe mencionar los traspiés que demoraron su salida al mercado e incluyeron un accidente con el par ruso del modelo, Túpolev Tu-144. Y problemáticas medioambientales que nunca pudieron dejar de asociarse con sus potentes turbinas propulsoras: costos altísimos de operación dada la cantidad de combustible que consumían y una contaminación sonora sin precedentes. A causa del primer factor se entiende que el segmento del mercado que podía llegar a acceder a un pasaje fuese de elite. Personalidades de distintos ámbitos como la Reina Isabel, Mick Jagger y Mike Tyson son ejemplos del grupo de afortunados que tuvo la suerte de poder alguna vez volar en el Concorde. Pero sin lugar a dudas el peor momento se vivió con el grave accidente que ocurrió en 2000 y se llevó la vida de 113 personas, cuando una aeronave sufrió una rotura apenas al despegar desde París y cayó en tierras del municipio de Gonesse. Un hecho que constituyó el principio del fin: la desconfianza lógica redujo drásticamente la demanda de asientos, y las empresas detrás del proyecto ya no pudieron hacer frente a los altos gastos de operación.    


El Concorde duplicaba la velocidad del sonido (Mach2) volando a 2.179 kilómetros por hora, algo nunca logrado hasta entonces.