Concorde: el avión supersónico
La historia de la aviación supersónica escribe oficialmente su página inicial en 1947, cuando el piloto estadounidense Chuck Yeager rebasa en su Bell X-1 la barrera de los 1200 kilómetros por hora. Pero aun tendrían que pasar 15 años más para que se diese inicio a la fabricación del mítico Concorde, primer aeronave comercial de este estilo. Y sería recién a principios de 1976 (el 21 de enero para ser precisos) cuando esta maravilla de la tecnología realizaría su debut en los cielos, despegando desde Londres y París hacia Bahréin y Río de Janeiro respectivamente. Los puntos de partida no fueron elegidos por azar; la empresa francesa Sud Aviation / Aérospatiale y la inglesa British Aircraft Corporation (BAC) estuvieron detrás de este logro, invirtiendo fortunas para alcanzar el ambicioso objetivo.
A partir de ese entonces comenzó a escribirse otra historia, que agregó capítulos por 27 largos años en los que hubo destaquespero también reveses.
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Dentro de lo positivo, sobresale sin dudas el impacto que causó la novedad de que destinos como Nueva York y la capital de Inglaterra se uniesen en prácticamente la mitad del tiempo que le tomaba a un avión convencional (algo esperable pero no por ello menos impactante). Y entre los sinsabores, cabe mencionar los traspiés que demoraron su salida al mercado e incluyeron un accidente con el par ruso del modelo, Túpolev Tu-144. Y problemáticas medioambientales que nunca pudieron dejar de asociarse con sus potentes turbinas propulsoras: costos altísimos de operación dada la cantidad de combustible que consumían y una contaminación sonora sin precedentes. A causa del primer factor se entiende que el segmento del mercado que podía llegar a acceder a un pasaje fuese de elite. Personalidades de distintos ámbitos como la Reina Isabel, Mick Jagger y Mike Tyson son ejemplos del grupo de afortunados que tuvo la suerte de poder alguna vez volar en el Concorde. Pero sin lugar a dudas el peor momento se vivió con el grave accidente que ocurrió en 2000 y se llevó la vida de 113 personas, cuando una aeronave sufrió una rotura apenas al despegar desde París y cayó en tierras del municipio de Gonesse. Un hecho que constituyó el principio del fin: la desconfianza lógica redujo drásticamente la demanda de asientos, y las empresas detrás del proyecto ya no pudieron hacer frente a los altos gastos de operación.
El Concorde duplicaba la velocidad del sonido (Mach2) volando a 2.179 kilómetros por hora, algo nunca logrado hasta entonces.