Gustavo Daniel Fattori, el guardián de la historia.

Pompeya es un barrio bien porteño. Tal vez no tan famoso y promocionado como Recoleta o San Telmo, pero sin dudas de esos que vale la pena conocer para empaparse de tango y tradición. Y, como sucede en cada barrio, aquí también hay puntos referentes que los caracterizan.

Sobre la calle Corrales desde hace años existe un museo muy particular, que invita a un viaje al pasado. Pero no mediante la mera observación de algún que otro objeto; es una experiencia inmersiva. Desde el comienzo uno se sumerge en un mundo de antaño y entra en contacto con ambientes como una barbería o un bar de época y objetos tan antiguos como diversos: desde vitrolas, cámaras de fotos y teléfonos hasta automóviles. No a escala (aunque también existe una colección de éstos). Reales. Y sin lugar a dudas una de las cosas más asombrosas es comprobar que todo funciona.

Gustavo Fattori es el dueño. Un porteño bien porteño ("nacido al a sombra del Obelisco", como el mismo dice), quien tras mucho esfuerzo y dedicación alcanzó a conformar una de las colecciones más importantes de Argentina que, como dijimos, es posible y recomendable visitar. Para la gente grande, porque se va a emocionar al volver a ver artefactos y otros elementos que seguramente en su momento utilizaron. Para el resto, porque en la visita guiada hay docencia: cada artículo tiene su historia y autor de todo esto es una enciclopedia viva que sabe y cuenta acerca del funcionamiento y características de todo lo que se puede apreciar.

¿Cómo y cuándo nació tu pasión por el coleccionismo?

Nació desde muy chico. Me gustaban los autos porque pegado a casa había un taller mecánico donde me pasaba las tardes después del colegio. A esa gente le gustaban los autos antiguos, a los que yo llamaba por esos entonces "autos raros".

¿Cuándo decidiste armar el museo y cómo fueron esos comienzos?

Arranqué en 2001, en plena crisis. Yo ya tenía algunos autos y otros objetos y decidí atrincherarme acá en Pompeya. En lugar de desprenderme de las cosas pensé en exponerlas. Así arrancó el museo.

¿Cuáles fueron los objetos que más te costó conseguir?

Todos. Conseguirlos y ponerlos en valor resulta siempre un trabajo muy arduo. La intención nunca fue (ni es) conseguir un objeto solo para exponer en el estado en que lo hallé y, como se dice, "pasarle el plumero".

Acá uno puede ver que todo funciona... ¿Qué fue lo que más te costó poner en valor?

Luché mucho por ejemplo con los repuestos de un Chevrolet convertible que ya cumplió 100 años y que, por suerte, desde hace algún tiempo ya está en pleno funcionamiento. Reunir todos esos repuestos fue realmente difícil.

Lo mismo con una autobomba, de 1892 que traje de la provincia de Entre Ríos. Siempre agradezco a los bomberos voluntarios de Soldati que me donaron el equipamiento. Gracias a ellos y a mi trabajo hoy también está funcionando. Tengo un compromiso asumido de que algún día podamos dar un paseo en ella.

Seguramente todos estos tesoros que tienen para vos un gran valor sentimental, pero si tuvieses que elegir alguno como el más importante, ¿podrías?

De querer, quiero todos los objetos por igual. Desde los automóviles hasta las pequeñas cosas. El valor es el mismo porque todo lleva muchos años de haberse creado, como por ejemplo el reloj de pared que tengo de 1779 con engranajes de madera. Una cosa maravillosa que todavía al verlo me pregunto ¿cómo puede ser que funcione?

Entre las particularidades del museo una de las cosas más sorprendentes es encontrar un Volkswagen Escarabajo colgado de una pared ¿Cómo hiciste para colocarlo ahí arriba?

Si. El recordado "luneta partida". Está todo equipado. Lo único que le falta es el tapizado (que después me arrepentí de sacarlo porque pensé que podía juntar bicherío pero no...)

Me ayudó un vecino a hacer los nudos. Tuve que agujerear la losa. Todo a pulmón. No solo quería mostrarlo. Buscaba lograr que dé esa sensación de que se está por caer por la posición en que está. Todo un orgullo haberlo logrado y una gratificación ver la sorpresa de la gente al descubrirlo allá colgado.

Sabemos que además del coleccionismo te gusta la magia. Contanos un poco sobre esa afición y si tenés además alguna otra.

Siempre quise aprovechar el talento con las manos para incorporar algo de magia para los visitantes y así agregar un plus al paseo. Sobre todo para los chicos puedan disfrutar de algo distinto e intentar despertar su interés por esta práctica. Yo siempre digo que aparte de ser buena persona, de ser obediente, de estudiar, etcétera tenemos que buscar algo que nos guste. Yo de grande empecé con esto y después agregué el stand up.

¿Cómo definirías al museo, si tuvieses que describirlo en pocas palabras?

Como un lugar de pertenencia, al que recomiendo venir con tiempo porque hay muchísimo para ver. Acá no existen las vitrinas, lo que acerca más los objetos a la gente. Si bien no se pueden tocar, ese mayor acceso visual es a mi juicio otra de las características lo que lo diferencia de un museo común.

Noto que muchos visitantes al firmar el libro de visitas utilizan la palabra "hallazgo" porque les resulta increíble encontrarse con un sitio como este acá en Buenos Aires.



El museo está declarado como de interés cultural participa del evento anual que organiza el Gobierno de la Ciudad de La Noche de los Museos.

Para visitarlo, siempre coordinando previamente por whatsapp al +541144720991 o en la página oficial de Facebook:                                                                                          https://www.facebook.com/pages/category/Landmark---Historical-Place/Museo-Porte%C3%B1o-Lo-de-Gustavo-1017411911729417/