BRIGADA Z

Año: 1986

Cuenta la historia que hubo una vez un grupo comando compuesto por ex soldados del ejército norteamericano que operaba desde la clandestinidad, brindando sus servicios a los afortunados que los lograban contactar. Realizaban su labor como se mencionó desde las sombras, ya que vivían a la vez escabulléndose de un gobierno que los culpaba por un crimen que no habían cometido. Se los conoció como el coronel John "Hannibal" Smith, el teniente Templeton "Faceman" Peck, el capitán H. M. Murdock y el sargento Mario Baracus. El A-Team, "Los magníficos" o Brigada A por estas tierras.

Existió también un cuerpo de policía que tuvo que conformarse a los ponchazos, con lo que había, dada la escasez de oficiales de aquellos entonces. Esa academia que capacitaba a los reclutas se vio así invadida por los exponentes más variados de la sociedad, entre los que no faltaron imitadores, mujeriegos, cobardes, y otros ejemplares poseedores de los más diversos trastornos de personalidad. Incluso hubo lugar para delincuentes juveniles. Lo interesante fue que, a pesar de muchísimos traspiés, esos cadetes se graduaron y culminaron cumpliendo sus misiones con éxito, a pesar de nunca haberse podido desligar de sus respectivos vicios.

Y hubo también productores geniales que se valieron del espíritu de esa serie y de esas comedias para crear un experimento bien argento, dando así origen a esa fuerza especial de agentes de ley que se conoció como Brigada Z, la cual cosechó un reconocimiento en principio inimaginable. Acá y en otras partes del mundo.

Un experimento con tintes bizarros, como buena parte de las películas locales de humor de los ochenta ya que, salvo excepciones contadas como Esperando La Carroza, suplían la carencia de argumento con actuaciones y gags que rozaban lo grotesco e inverosímil. Pero que al a vez bastaba para cumplir las expectativas de un público que demandaba entretenerse.

Los eternos Emilio Disi, Berugo Carámbula, Gino Renni y Alberto Fernández de Rosa interpretaron el papel de personajes tan idiotas como entrañables para protagonizar aventuras bastante particulares enfrentando a ninjas, monstruos y delincuentes en general, que se desarrollaron en territorios que abarcaron desde playas marplatenses hasta cementerios. E incluso el aire.

Un cuarteto que funcionó a la perfección fundamentalmente por la química que había entre ellos y porque cada cual entendía y aceptaba el rol que le tocaba desempeñar. "Nos llevábamos 10 puntos", manifestó Gino en una charla que tuvimos la suerte de tener con él en 2020. Y sobre lo mencionado acerca de los roles, contaría que Emilio era esa especie de director técnico que más se involucraba con la producción para establecer cuál de ellos haría una cosa u otra. "Esto que lo diga Gino". "Esto que lo haga Paco", planteaba. Y le atinaba, porque cada uno desempeñó el mejor papel que podía haber desempeñado. Sobre Berugo, lo reconoció como el más pensante del grupo. Y que Alberto y él acompañaban.


Un poco de historia

1986 fue el año del debut de la troupe, con Brigada Explosiva. Una película que contó la historia de un grupo ya conformado como lo que siempre fue, bautizado como Brigada Z justamente en un guiño a la A, por representar todo lo contrario. Policías que en su ignorancia en vez de frustrar un robo terminan asistiendo a los delincuentes y que por dicho motivo son obligados a retornar a la escuela para volver a capacitarse. La trama central giraba en torno a esa accidentada capacitación para culminar con el cuarteto volviendo tras la banda y consiguiendo su revancha.

A pesar de que la película no fue un exitazo su aceptable resultado y la química de los actores dio pie a una secuela, donde se vio al grupo de antihéroes enfrentando a un comando de peligrosos ninjas para rescatar a un importante empresario que había caído secuestrado a mano de éstos.  

Otro film con similar acogida por parte de un público que todavía hasta entonces llegaba a las salas impulsado más por la garantía de humor que ofrecía un elenco ya reconocido en el plano local que por otros motivos. Porque a los protagonistas principales los supieron acompañar personalidades de renombre como Moria Casán, Mario Castiglione, Tincho Zabala, Norman Erlich y hasta el mismísimo Guillermo Francella (por citar sólo a algunos). 

Repitiendo entonces la fórmula de insistir con el proyecto llegaron más tarde Los bañeros más locos del mundo, donde Emilio, Benito (Berugo), Alberto y Gino superaron con creces sus propios límites y establecieron, aun sin saberlo, el origen de una nueva saga. Y entonces sí la brigada alcanzó el estrellato. Se contó en aquella oportunidad una historia donde los agentes llegaron a la costa atlántica tras verse obligados a tomarse una licencia por los desastres que habían provocado durante un evento en que debían ser los responsables de la seguridad del mismísimo presidente Raúl Alfonsín.

 Un viaje a Mar del Plata que arrancó ya accidentado por el robo que habían sufrido de los ahorros con los que afrontarían los gastos e incluso por un inexplicable ataque que sufrieron a manos de un séquito de monstruosas criaturas que acompañaban a una viejita de apariencia adorable que había aceptado recogerlos en el camino. La trama en sí giró en relación a todo lo que ocurrió en La Feliz, donde la banda consiguió trabajo en un balneario y terminó topándose con un grupo de delincuentes que vació el casino justo en la noche en que Emilio y compañía asistieron para jugar una ficha que Gino encontró en la arena. Si uno le preguntase a los fans por escenas inolvidables del film, con certeza evocarían entre éstas justamente la que se desarrolló en el casino hasta el asalto, cuando los protagonistas no paraban de ganar a la ruleta a pesar de no modificar su apuesta al "colorado 36", jugada tras jugada. Paolo, el rockero hippie interpretado en esa y otras muchas oportunidades por Jorge Mortejo, era el único pendiente de todo. Le preguntaba a Alberto a cada rato si querían cambiar de número y este, borracho, le insistía con que no (sin saber que ya esa ruleta había girado más de una vez) mientras los otros tres hueveaban sin prestar tampoco atención acerca de lo que estaba ocurriendo. Sin dudas todas sus apariciones fueron memorables, así como las actuaciones de Mónica Gonzaga como Victoria, la tremenda dueña del balneario y el "Facha" Martel como León, el guardavidas.

Tras bañeros, llegaron Los matamonstruos en la mansión del terror, posiblemente inspirada en el éxito que tuvo en la anterior entrega la escena de la que hablamos con esa suerte de zombies ultraveloces que acecharon al cuarteto durante su viaje a Mar del Plata. Los geniales aportes de Esteban Mellino (el Profesor Lambetain) y del eterno Carlitos Balá como el comisario Fierro fueron otro condimento que colaboró con creces para que esta nueva entrega estuviese a la altura de su predecesora.

La última película que protagonizó la brigada como tal fue Los pilotos más locos del mundo, de 1988, donde se los vio primero custodiando al extravagante científico que encarnó Francella y hasta haciéndose cargo de un avión cuando en el segundo viaje los pilotos caen enfermos, justamente a causa de una comida en mal estado que los propios agentes se encargaron de servirles durante su período de trabajo en el resort que la impresionante Yuyito González administraba en medio de esa selva en la que nuestros héroes habían ido a parar tras saltar de la aeronave que los transportó durante su primer viaje. Otra vez contaron con aportes extraordinarios de actores como Divina Gloria, Nito Artaza y Jorge Troiani. El dato no menor fue la ausencia de Berugo Carámbula, según se comenta hasta hoy debido a desaveniencias durante la filmación de matamonstruos con algún colega del set.

Hubo otras películas vinculadas de alguna manera a estas a través de sus historias y/o protagonistas donde Disi y Francella armaron una muy buena dupla que arrancó con Bañeros 2 y concluyó con Exterminators, y a partir de 2006 otras varias vieron la luz en un intento de reflotar el espíritu primigenio. Largometrajes que contaron con la participación de reconocidos cómicos contemporáneos, pero que nunca llegaron a la talla de las originales.

Hoy consideramos hacer una excepción para reseñar no una película, sino toda una saga bizarra, que se convirtió en un clásico del cine argentino ochentero. Un reconocimiento inesperado, según admitiría el propio Gino Renni. Porque alcanzó niveles que llevaron a convertir ese trabajo en películas de culto y a marcar a toda una generación. Así fue. "Es uno de esos misterios inexplicables que envuelven nuestra profesión", reflexionaría.